17.4.08
Viajes al fin del mundo
Estaba sentado frente a mi computadora, descargando música, leyendo y viendo cuanta pendejada (porno no, neta, lo juro) me encontraba en internet, era tal vez la una o dos de la mañana y de pronto sonó el teléfono y contesté:
Yo: Sí, bueno.
Voz de mujer: El mundo se va a acabar.
Y que cuelgo. Chales, no se si fue broma o qué pedo, pero qué onda eso de andar anunciando que el mundo se va a acabar, eso no se hace, neta, no se hace. Incluso me malviajó menos la vez que contesté el teléfono y alguien, como si lo estuvieran torturando me dijo: "¡papá, ayúdame!".
Bueno, pero pasado el susto con un bolillo, se me ocurrió un negocio revolucionario y será algo que ni siquiera el más gordo-lisito-sin arrugas-grasoso empresario se haya imaginado:
Voy a inventar una máquina del tiempo y haré unos VTPs al fin del mundo.
Imaginen estar en primera fila viendo cómo todo se hace caca, cae fuego del cielo, el mar hierve y todos mueren lenta y dolorosamente, claro, con desayuno, comida y cena incluidos. Lo que no estaría incluído serían los licores ni las toallas.
Podrán elegir su destino, la ciudad que más les agradaría ver cómo se destruye: París, Roma, Tokio, Nueva York, Sao Paolo, Buenos Aires (Ciudad de México no, porque para ese entonces no creo que aguante).
El paquete sólo incluirá el boleto de ida, si quieren regresar, tendrán que pagar el doble, aunque no creo que nadie quiera regresar, los shows de meteoritos y de gente incendiada-danzante por las noches los cautivará.
Carajo, mejor sí háblenme más seguido diciendo que el mundo se va a acabar, tal vez se me ocurran más cosas para mi negocio.
¿Quién se apunta? Habrá descuentos para las primeras 100 personas que hagan su reservación.
¡Fin del mundo y carretillas de dinero allá voy!