-¿En qué piensas?
-En el fin de los tiempos, todo se está yendo a la mierda.
-Claro.
-Sí, es mejor que me vaya, no quiero ver nada más.
-Qué delicado, y eso que la verdadera bestia no ha llegado.
-Tengo miedo.
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-Ese tipo es una bestia.
-Sí, es muy bueno, malabarea muy cabrón.
-Uf, ¿ya viste eso? ¡Qué bestia!
-Y eso que falta que salga E, ése sí es una verdadera bestia.
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Las masas con estupefacientes y alcohol corriendo por sus venas se arremolinaban anhelando verlos, coreaban con furia: "¡La verdadera bestia!". Un hombre regordete salió al escenario y pidió paciencia, los greñudos desgarbados tardarían veinte minutos más en salir.
Las masas se salieron de control, hubo varios muertos.
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-¿Y los políticos, esos no son la verdadera bestia?
-Sí y no, lo peor falta por llegar.
-No me digas.
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"La verdadera bestia está por llegar", dijo una voz en mi cabeza, me despertó a las tres de la mañana, todavía estaba borracho. No más alcohol... la medicina, se me olvidó tomarla... la busco en la oscuridad, me la tomo, duermo de nuevo.
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-Entonces, ¿dices que nos han timado?
-Sí.
-Pero, ¿y todos estos años de arduo trabajo, de privaciones y castidad?
-A la basura, no sirven, mientras no llegue la verdadera bestia, no sirve de nada.
-Mierda.
-Tenemos que orar.
-Exacto, sólo nos queda eso, orar con fervor para que no tarde más.
-Oremos pues.
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-¿Ya puedo salir?
-No, todavía no es la hora.
-¿Cuánto tiempo tendré que esperar más?
-El que sea necesario, no está en mis manos esa decisión.
-¿Y qué puedo hacer mientras tanto?
-Dormir y comer esas cabezas de humanos que te di.
-Ya me las terminé.
-Espera, ahora te consigo más.
