11.3.08

aneidotas escatológicas

Y pues una mañana desperté con el vientre inflamado, y de repente, sin que yo pudiera hacer nada al respecto, retumbó mi cama de una forma alarmante, hasta sentí cómo los cimientos de la casa se cimbraron... pero eso no fue lo peor, ya que de pronto mi pituitaria se vio invadida, más bien violada por un hedor que superaba los vapores del mismísimo Hades (puta madre, no han de negar que tengo clase para escribir).
Entonces se dibujó en mi rostro un sonrisa, di gracias por aquello, y pensé en lo importante que es tirarse pedos metafísicos, liberando la presión para evitar que se produzca un Ragnarok interno.
Salí a la calle y ese día especialmente fui feliz.