5.11.08

Tekstito quedadito

No le quiso decir, podrían caérsele los dedos y así sería. No importaba, no era momento. No quedaba más que esperar como siempre, como cada vez. Repetir el ansia, emular futuros posibles para llenar los momentos antes, todos los que vendrían. Y al final, o al principio, sería la voz, jamás como la imaginaron. No serían las pausas que hubo en sus cabezas. Y temblarían, fuera de su voluntad, pero siempre con precisión quirúrgica en la vida. La de ellos, la de todos. Porque a partir de ambos habría derrumbes nuevos, catástrofes ajenas de varios grados; en vaivén, en círculos, en cuadrados, rectángulos, huevos, esferas, volúmenes de decenas de lados; todos afilados pero tibios y sangrantes...

Pero qué era lo que pasaba, era algo posterior a esa vez en que se dijo (varado en un polvoso, lodoso pasado):

[no quiero un desangre tras una caída después de la espera y volver a empezar]
...