12.1.07

Cebá mi mate - Ya casi

Para hoy no había planes, sólo descansar un poco más, ahora sí en serio. Pero al final me hicieron acompañarlas a comprar cosas sin gran importancia, y fui, nada que hacerle.
Llegando, lo habitual: gente de un lado para otro, cada vez más adolescentes. Como a mí no me interesaba en particular estar allí, me quedé viendo cómo ellas veían ropa, se la ponían encima, la discutían a sólo unos pasos antes del fervor. Similar fue cuando me tocó a mí modelar y oír que qué bien me veo con aquello y aquello y etc.
Regresamos a casa y me tiré en la cama, con la ventana abierta porque hoy hay un calor terrible. Mi cara en la almohada, repaso nimiedades del día insignificante como ellas, y ahí van sin devolver la mirada, la terrible música de fondo de cada tienda, la comida insufrible, otros detalles imposibles de rememorar, es mejor el vacío que dejan junto al calor que me va llenando la mente, el súbito y lento sudor, y esa ansia conocida.
Aquélla de cuando se termina el día, la luz mengua y hace calor, cuando las cosas parecen detenerse un instante, cuando todo termina con mis piernas cansadas, y yo sé que al otro día caminarán más, por lo menos estarán sosteniéndome, rodeado de otros paisajes (aunque sólo sean techos altos y acondicionados). Siento la melancolía apelmasarse en mi pecho, recuerdo otros viajes en playas, en un bar, con una mitad de sol de frente, en el mar, veo minas hablando, mi bebida fría, y la noche que se acerca y no sé si haré algo durante ella, porque voy solo, como siempre y no sé como hablar, y veo ciertos ojos, gestos, desespero, pago la cuenta y me voy caminando por la arena, pensando en días como ése, aunque muy distintos, a los pies de un volcán, en una pequeña ciudad vieja, en cualquier hotel. Es parecida a la emoción de cuando quiero llorar, pero no es eso, sólo tengo calor, deseos de moverme, de descansar, de quedar quieto sólo un momento antes de seguir. Porque mañana parto para México, a seguir andando bajo el sol.